Bueno... y ya nos vamos acercando al final. Hoy, viaje de retorno de Kaolack a Dakar, sin pasar antes por la evaluación y la estadística en el hospital, junto con todo el personal. Muchos mensajes de agradecimiento, sin poder evitar el sentirnos aún más pequeñas e insignificantes, cuando nos planteamos por qué a ellos les parece tan impresionante el trabajo que hemos hecho nosotras aquí. No podemos evitar tener la impresión contraria, cuando vemos que ellos nos han dado mucho más de lo que le hemos dado nosotras, cuando tenemos claro que como experiencia personal esto vale muchísimo la pena y cuando vemos claro que esto nos ha enriquecido mucho más a nosotras que tener la impresión de haber cambiado algo en sus vidas.
Y bien, pasadas las reflexiones iniciales, nos adentramos en las carreteras llenas de socavones, donde es más seguro pasar por el arcén que por el medio. Un pequeño susto quedándonos por un momento colgadas en la arena que Eduard ha resuelto la mar de bien, y sigue el viaje. Hemos visitado el Lago Rosa, soportando el calor y la abalancha de gente que se nos lanza encima para intentar que les compremos algo.
Finalmente, reencuentro con Dakar. Caos, colas, atascos, suciedad, basura, autobuses que rebosan de gente... y de nuevo al lujoso hotel con la terracita y la comida europea que nos acerca un poco más a casa, que ya queda menos...
Una mezcla entre nostalgia e ilusión...
Escrito por: Elisenda Cortès i Saladelafont